UN VIAJE EN DICIEMBRE A PANAMA
Panamá es agua, mucha agua. Y gente amable. También es la cópula del Caribe con el Pacífico, selva, corredor siempreverde, rascacielos con su cordón umbilical a un casco antiguo, tierras altas que divisan islas, fortificaciones tomadas por piratas , lluvia y sol en la misma hora... Y tanto más.
CIUDAD DE PANAMA
En sus partes más visitables y atractivas, la capital del país se divide en la zona moderna, con multitud y variedad de rascacielos, no solo sede de empresas y bancos, sino también de apartamentos residenciales, y el Casco Viejo, que conserva algunos edificios antiguos y combina casas en buen y no tan buen estado de diferentes estilos, en donde predomina un cierto aire colonial. Ambas zonas presentan sus credenciales al Océano Pacífico y están unidas por la Cinta Costera o Avenida Balboa (por Núñez de Balboa), un paseo marítimo de unos 4 km muy agradable para recorrer.
Mi primera sorpresa se produce nada más llegar al hotel y mirar por la ventana de mi planta 15, por donde planea a escasos 10 metros del cristal un zopilote o gallinazo negro. Un buitre americano, vamos. Y es que los buitres campean en buen número por la ciudad como ocurre en otras ciudades de la América hispana, como Lima o San José, por ejemplo.
El casco viejo posee numerosos restaurantes que combinan cocinas de muchas partes del mundo con sabores más panameños, caribeños o suramericanos. Los patacones, ceviches o camarones son platos fáciles de encontrar y muy sabrosos. El centro es un lugar con bastante animación durante el fin de semana. "La Pulpería", "Lo que hay" o "Tántalo" son restaurantes con buen ambiente y excelentes platos a precios muy razonables. Este último posee además un Rooftop con vistas primorosas, especialmente hacia el horizonte de los rascacielos. Otro aspecto que llamó mi atención es la artesanía con puestos de calle y tiendas que ofrecen artículos confeccionados con trabajo y mimo.
Casas sin restauración en el Casco Viejo
Vista del horizonte de rascacielos desde la los balcones de la Calle 2ª Este en el Casco Viejo
Barbería en barrio periférico de la ciudad (barrio de Villa Zaita).
CANAL
Con más de 80 kilómetros de longitud, es probablemente una de las obras de ingeniería más arduas y complejas de la humanidad. Pueden contratarse multitud de excursiones y buenos guías desde Ciudad de Panamá. Lo primero que sorprende al recorrerlo es que la mayor parte del canal no fluye entre esclusas y muros de contención, sino entre los márgenes de la selva. El enorme lago Gatún (42.500 hectáreas) que forma parte del sistema y aporta agua continua al canal alimentado principalmente por el río Chagres, se formó como consecuencia del increíble volumen de material extraido durante décadas, primero por franceses en la segunda mitad del siglo XIX y después por americanos en principios del siglo XX, para formar la conexión de agua necesaria entre el Pacífico y el Caribe en aquellos puntos en los que no existía paso natural de agua o este era insuficiente para la navegación de calado. Los volúmenes de agua son inmensos, y hay una lucha feroz entre agua y selva por ver quien reina. A pesar de ello la deforestación es un problema en algunas zonas y, sobre todo en los años ochenta, se produjeron talas y quemas, con un efecto directo en los aportes de agua y sedimentos al canal, que después parece haberse controlado.
Las más recientemente construidas esclusas de Agua Clara. paralelas al antiguo sistema de esclusas en la zona cercana al Caribe/Atlántico permiten el paso de barcos de hasta 15.000 contenedores. El paso antiguo, terminado en 1914 por EEUU, “tan solo” admitía barcos cargueros de hasta unos 5.000 contenedores. El de la foto de arriba lleva 6.000 contenedores y tiene 300 metros de eslora.
Entrada a zona de esclusas de Agua Clara, próximas al Caribe, construidas entre 2009 y 2016 como parte de la ampliación del Canal
En esta parte junto al Caribe, se puede visitar el Castillo de San Lorenzo, construido en lugar estratégico por los españoles en el siglo XVI, patrimonio de la humanidad junto con otras zonas fortificadas del norte caribeño de Panamá. Lo que hoy son ruinas, fue el objeto de ataque de los piratas ingleses como Drake y Henry Morgan que anhelaban la captura de los barcos de mercancías que por la desembocadura del río Chagres entraban y salían hacia Europa así como el control del estratégico punto que era el istmo de Panamá. Esta parece ser la verdadera historia que sirve de base a la primera película de Piratas del Caribe.
PARQUE NACIONAL SOBERANÍA
Con una extensión casi 7 veces más pequeña que España, Panamá cuenta con un inventario de más de 1.000 especies de aves. Ubicada en el nexo de la Sudamérica continental y Centroamérica es, además de corredor de fauna americana, una interminable miríada de especies de vertebrados e invertebrados, algunas de un carácter más continental debido a ese nexo con la puerta suramericana que es Colombia.
En pleno corazón de Panamá y bordeando una buena parte del área del canal, a unos 40 minutos de Ciudad de Panamá, se encuentra el Parque Nacional Soberanía. Pura selva. Desde un principio consideré importante acudir allí con un guía de nivel. Nando Quiroz y Gonzalo Horna son dos guías extraordinarios, top en Panamá en materia de aves y naturaleza. Ambos pueden ser localizados a través de la web http://www.panamabirdguide.com/birding%20in%20Panama.html
En mi caso recorrí con Nando Quiroz un tramo del Camino del Oleoducto y accedimos al Rainforest Discovery Center en donde se encuentra una torre que permite la observación de fauna a los distintos niveles de la capa arbórea que tupe la selva, incluida vista por encima del dosel. El Discovery contiene unas cuantas hectáreas de terreno selvático con senderos muy interesantes. Eso si, conviene no salirse de ellos: a la primera de cambio las agresivas hormigas guerreras o marabunta ascienden por el exterior e interior de los pantalones en pocos segundos y el mordisco de alguna de ellas todavía no se me ha olvidado.
Camino del Oleoducto
Capuchino cariblanco
Momoto rufo
El desfile de especies es continuo. No en vano el Camino del Oleoducto, de unos 17 km, posee el record del mundo en varios años consecutivos de registro de especies en 24 horas. Tuvimos oportunidad de observar a corta distancia las 5 especies de trogones que deambulan por el centro del país. El trogón es un ave curiosa, colorida y prima del quetzal que, a diferencia de la mayoría de aves, mueve la cabeza lentamente de manera gradual y fluida, como si fuera un R2-D2 con plumas o una rótula de Manfrotto. Según me explicó Nando, el objeto de este comportamiento es no ser detectado por los depredadores.
Trogón colipizarro
(Trogon massena)
Slaty-tailed trogon
Trogón coliblanco
(Trogon viridis)
White-tailed trogon
Además de trogones, observamos monos aulladores, capuchinos, coatíes, tángaras, momotos, carpinteros, trepatroncos, colibríes….otros innombrables y hasta el raro potoo. Si alguno no aparece, Nando lo llama, porque es capaz de reproducir los sonidos de un amplio abanico de especies con su sola boca. Su habilidad para identificar un ave que ha pasado dos décimas de segundo entre la vegetación también es estupefaciente. El reto para mi, sacar fotos mínimamente limpias entre la densa vegetación que todo lo invade.
Jacobino nuquiblanco (Florisuga mellivora) White-necked jacobin
Carpintero canelo (Celeus loricatus) Cinnamon woodpecker
TIERRAS ALTAS
Al pie del Volcán Barú, punto más alto del país con 3.475 metros, entre los montes que lo circundan se encuentra Finca Lérida, un hotel en medio del cafetal y los bosques lluviosos de montaña que pueblan la zona. Terrenos comprados por un ingeniero noruego que se estableció tras sus trabajos en el canal a principios del s. XX, fue foco de visita de ornitólogos y naturalistas desde el principio por su entorno privilegiado. Se ubica a 1.600 metros de altitud y actualmente está regentado por una familia de Boquete, que dirige además del hotel la explotación cafetera. Algunas especies de animales campan en los terrenos del hotel casi al alcance de la mano. En cooperación con el hotel podemos encontrar varios guías magníficos, en especial mención a César Caballero (hijo de Santiago Caballero, auténtica eminencia en la zona como guía de naturaleza y localizador del quetzal), Jason Lara y Raúl. Es una zona ideal para localizar al quetzal si bien el mes de diciembre no se cuenta entre los mejores para su observación, ya que suele ser primavera cuando buscan el fruto de los árboles denominados aguacatillos. Aún así en nuestras salidas por las zonas aledañas del hotel y por los bosques cercanos de media montaña logramos avistar un buen número de especies. Memorable la charla sobre el cultivo y producción de café, así como sobre los valores naturales y especies del área, por parte de César Caballero. Y no se me olvide mencionar al señor José, encargado del hotel amabilísimo y cercano, que no dejó de mandarme saludos para la madre patria.
El trayecto en coche desde Finca Lérida hacia Almirante en la provincia de Bocas del Toro, en donde agarras el barco que te lleva a Isla Colón, tiene una duración de unas 3-4 horas. Se trata de un itinerario muy entretenido, atravesando zonas onduladas de bosque tropical con baja densidad de población humana. En la segunda parte de su tramo especialmente tras pasar la presa de Fortuna, se hallan con cierta frecuencia casas muy humildes de madera, estilo palafito, por estar construidas sobre una estructura hueca para evitar la invasión del agua durante las lluvias y riadas. Los habitantes de estas casas que salpican ocasionalmente los lados de la carretera pertenecen a la etnia Ngabe-Buglé (que también da nombre a la comarca). Estos palafitos son construidos por ellos mismos con material vegetal del entorno inmediato dejando vanos abiertos a modo de ventanas, en la mayoría de los casos sin marcos, cristales o protección alguna. Según la normativa local, se les permite ubicarse más o menos libremente en las tierras no privadas de las provincias de Chiriquí, Bocas del Toro y Veraguas, que son las que conforman el oeste del territorio panameño, en su parte más montañosa. Habitan también en áreas del este de la vecina Costa Rica.
Sinsonte tropical (Mimus gilvus) Tropical mockingbird
Amazilia colirrufa (Amazilia tzacatl) Rufous-tailed hummingbird
Lagartija espinosa (Sceloporus XXX)
Tángara estriada (Piranga bidentata) Flame-colored tanager
BOCAS DEL TORO
Las islas de Bocas del Toro son un paraíso descubierto por los españoles hace más de 500 años y no descubierto sin embargo por los españoles actuales. El archipiélago consta de 163 islas de las cuales unas 50 están habitadas, pero poco. Están conformadas por selva, playas de arenas claras, aguas cristalinas y manglar. Descanso, buceo, naturaleza, navegación y también fiesta son actividades que en estas islas se pueden realizar sin recato.
Mis alojamientos fueron en Bocas, capital de Isla Colón, y en Isla Bastimentos. La primera fue pisada por primera vez en 1502 por Cristóbal Colón dando nombre a la isla. La segunda es un parque nacional que se compone de la mencionada isla, los cayos que la rodean y sus fondos marinos. Para moverte de un sitio a otro dentro de las islas y por supuesto entre islas es imprescindible tomar barcos, que abundan en las localidades principales, pudiendo hacer desplazamientos por unos 5$ (si no son guiados claro). Bocas tiene bastantes restaurantes y es una combinación de edificios de hoteles pequeños y casas de sencilla arquitectura colorida local en donde los aromas y costumbres de los panamecaribeños de la zona se viven aún intensamente. Tiene un aeropuerto con vuelos diarios a Ciudad de Panamá.
Hay muchos guías y taxistas barqueros, pero he de decir que tuve la fortuna de dar con Camilo a través de una amiga española que es una enamorada de Panamá y Bocas del Toro. Camilo es una persona muy especial y dicharachera, con una biografía digna de novela y capaz de llevarte hasta el último rincón de playa o manglar en su barco. Dejo aquí su teléfono para cualquier interesado (+507 6845 4839).
En la ruta con Camilo destaco, aparte de encuentros con delfines y el acercamiento a numerosas islas e islotes, la parada en Cayo Coral, en un restaurante construido sobre el agua. Tomar en él una cerveza Balboa, buen vino o una langosta recién pescada, son deberes de toda persona que pise Bocas del Toro.
En los itinerarios con Camilo no puedo dejar de mencionar Cayo Zapatilla. Si hay un concepto de lugar idílico en la mente de muchos, estoy seguro que se parece bastante a estas dos pequeñas islas de arena blanca, selva y aguas cristalinas rodeadas de arrecife de coral.
Y por último Bastimentos. El tránsito por el interior insular es difícil por el entramado de vegetación, umbrío y resbaladizo. En adición, los caimanes no escasean, sobre todo en las zonas más pantanosas. En todo caso una ruta o paseo por algún sendero medianamente transitable es imprescindible para hacerse idea del paisaje más inalterado que predomina en el archipiélago y también de su fauna y flora. Además de los mencionados caimanes, pude observar gallareta morada, la preciosa oropéndola montezuma, manakines, colibríes, mariposa azul morpho (esta última notablemente más grande que los colibríes, diría que como la palma de un Pau Gasol)… y, tocado por la suerte, rana roja, emblema de esta isla. Este anfibio de tan solo 2 cm es de un color vivo pero difícil de ver por su tamaño liliputiense e imprecisa abundancia. En el documental "
Rana flecha roja (
Eclypse de Mar Acqua Lodge
Por último realizamos una visita a la playa de la Rana Roja en la propia isla, para la que un barco te abandona en un discreto muelle de estacas del lado opuesto y vas caminando por sendero entre selva hasta llegar a la playa. En mitad del camino, para reforzar nuestra idea sobre lo indómito del lugar, desde una zona encharcada a ambos lados del camino un par de caimanes nos saludan a escasos 3 metros. Playa maravillosa también esta.
Y vuelta a Ciudad de Panamá en avión, pensando en cuando volveré para conocer algo más del 1% que he conocido de este país fascinante.
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